Apoyo al Abastecimiento Responsable en México es un proyecto de la Compañía Kellogg y el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT) a través del cual se apoya la capacidad de los agricultores para impulsar la producción sustentable de maíz amarillo en regiones de Sinaloa, Guanajuato y Querétaro.
A nivel global, la agricultura es responsable del 24 % de los gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático, así como de la mayor parte de las extracciones de agua de ríos, lagos y acuíferos, generando una fuerte presión sobre los recursos naturales. Es necesario promover un nuevo modelo que actualice lo que hasta ahora se venía considerando como “convencional”.
Durante los últimos 4 años, el proyecto de Kellogg y el CIMMYT ha ayudado a incrementar la rentabilidad, hasta en un 40%, de 388 productores de Sinaloa y Guanajuato, apoyándoles al mismo tiempo a cuidar de los recursos naturales en una superficie de más de 6 mil hectáreas, equivalente a 10 Bosques de Chapultepec en la Ciudad de México o 20 Central Park en Nueva York.
Con Agricultura de Conservación —sistema agrícola sustentable cuyos componentes contribuyen a la regeneración de los recursos productivos a través del mínimo movimiento del suelo, la cobertura con rastrojos y la diversificación de cultivos—, se logró en poco tiempo notables avances que contribuyen a adaptar los sistemas de producción ante la crisis ambiental por la que atraviesa el planeta. Los siguientes, son algunos de los logros que han sido posibles con esta iniciativa:
Al promover un uso más eficiente del agua se ha logrado que los productores reduzcan el consumo de agua requerido para producir una tonelada de maíz hasta 50 % en comparación con prácticas convencionales. Este logro es el resultado de la implementación de prácticas como el riego fraccionado (innovación) —que logra una eficiencia muy superior en el empleo del agua y los fertilizantes, mientras que con un sistema por gravedad (práctica convencional) esta es significativamente menor—, la nivelación de las parcelas —que permite que el agua de riego sea aplicada regularmente en toda la superficie— y el aprovechamiento del rastrojo como cobertura del suelo —que favorece la retención de humedad—.
Estos resultados específicos contribuyen a diversas metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), como la 6.4 que señala que de aquí a 2030 es fundamental aumentar el uso eficiente de los recursos hídricos en todos los sectores; o la 6.b, que establece que se debe apoyar y fortalecer la participación de las comunidades locales en la mejora de la gestión del agua y el saneamiento.
En Sinaloa, principal región de abasto para Kellogg, se realizó un óptimo manejo de agroquímicos en el 100% de las parcelas. Esto significa que se han usado las mejores prácticas internacionales para el tratamiento de semillas, así como para el manejo de plagas y malezas. En Guanajuato también se ha observado una plena adopción de buenas prácticas para fines de tratamiento de semillas y se avanza en lo que respecta al control de plagas y malezas.
Esta reducción en el uso de agroquímicos constituye un logro notable si se considera que siempre es un desafío transitar hacia el uso de productos de bajo impacto debido a las diferencias en cada región y considerando la disponibilidad y el costo de las alternativas.
Estas acciones del proyecto contribuyen además a otra meta de los ODS, la 2.4 que señala que para 2030 es necesario asegurar la sostenibilidad de los sistemas de producción de alimentos y aplicar prácticas agrícolas resilientes que aumenten la productividad y la producción, contribuyan al mantenimiento de los ecosistemas, fortalezcan la capacidad de adaptación al cambio climático, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías, las inundaciones y otros desastres, y mejoren progresivamente la calidad del suelo y la tierra.
También se ha logrado usar 54 % menos combustible para la producción en comparación con prácticas convencionales. Esto ha sido posible gracias a la Agricultura de Conservación: al hacer mínimo movimiento del suelo no solo hay ahorros significativos en los costos de producción por el menor número de pasos de maquinaria, sino que también se favorece la estructura y calidad del suelo, así como la calidad del aire, pues se evitan liberar considerables cantidades de CO2 a la atmósfera.
Con esto, se contribuye a la meta 13.3 de los ODS: “Mejorar la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional respecto de la mitigación del cambio climático, la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta temprana”.
Finalmente, se ha logrado duplicar la eficiencia en la aplicación de fertilizantes nitrogenados gracias al uso de sensores ópticos que determinan las cantidades óptimas de fertilizante. Esto es particularmente relevante porque una importante cantidad de fertilizantes nitrogenados se pierde durante su aplicación, potenciando el riesgo de contaminación ambiental, sobre todo de cuerpos de agua —además, la síntesis y aplicación de fertilizantes nitrogenados produce óxido nitroso, un gas que afecta la capa de ozono—.